jueves, 24 de mayo de 2018

 LA INVESTIGACIÓN, LA EDUCACIÓN Y LA TRANSCOMPLEJIDAD

Estudiar los problemas educativos, sociales o psicológicos desde el ángulo de la investigación
verdaderamente científica nació con el siglo XX, es
este precisamente el período en el que se abre una serie de debates sobre la necesidad de
participación del estudiante en sus procesos de aprendizaje. De hecho, se rompió definitivamente
con las afirmaciones perentorias y los conocimientos intuitivos que había constituido hasta
entonces el campo del saber en ciencias humanas, se valida y legitima de que los hechos dependen
de las concepciones que fundamentan su observación, así como las teorías que subyacen la
investigación.
Cabe destacar que la motivación va hacia el cambio, donde los resultados se asumen como
propuestas para la superación y como cuestionamiento destructivo.
Las palabras como transformar, aprendizaje, complejidad, las cuales pueden verse como un entramado
que permita la valoración de la participación en el proceso educativo, asunto que fortalece la
dimensión socio teleológica de la enseñanza y del aprendizaje, por tanto ésta debe ser global e
integral de tal manera que pueda brindar oportunidades, al que aprende, de construir conocimientos,
los cuales podrán ser amplios y diversificados.
La integración de los saberes previos permite la auto-evaluación y continuidad en la construcción
de conocimientos. De allí, la importancia de tomar en cuenta las diversas perspectivas iniciales de
los estudiantes y sus distintos ritmos de aprendizaje en relación con los contenidos a desarrollar y
debatir. Estas consideraciones, se comprometen con la evaluación de los aprendizajes a través de
una visión interpretativa hacía la formación teleológica en donde los estudiantes estén involucrados
en el proceso educativo.
Vale la pena destacar, que los aspectos antes planteados involucran la concepción constructivista
de los procesos de enseñanza y aprendizaje, aspecto que, en la presente perspectiva investigativa,
posibilitan a partir de sus resultados el apoyo empírico a las transformaciones conceptuales o
metodológicas a que den lugar.
En este sentido, los supuestos epistemológicos y ontológicos relevan una concepción integral,
holística y humanística del hombre y del conocimiento; por lo tanto, se imagina al ser humano
como un sujeto pensante; interactivo, transformador y constructor de significados a partir de los
conocimientos ya adquiridos como una nueva información.
En este mismo orden se puede decir que no todo aprendizaje se logra experimentando
personalmente las acciones, sino que el componente social marca pautas determinantes. Albert
Bandura uno de los padres de la teoría conductual-cognitiva realiza una distinción importante entre
el aprendizaje activo, que incluye aquellos conocimientos que se adquieren al hacer las cosas y el
aprendizaje vicario, que indica aprender observando a los otros. Tomando como patrón el
comportamiento de otros y las consecuencias que tienen por dicho comportamiento, es decir, se
aprende a repetir o evitar esa conducta. Por tanto, la coacción social se convierte en un fenómeno
socializador que enrumba ciertos comportamientos, pero no el único; Bandura, Ausubel, Vygotsky
tienen el común denominador: el ser humano aprende socialmente, bien sea imitando, bien sea
porque le es significativo con referencia a un patrón o a través de la dialogicidad.
Se concibe entonces así la praxis educativa, en general y a algunos términos en particular, como
una trama que se va constituyendo a lo largo, y a través, de un proceso.

(Material tomado del libro Transcomplejidad en la investigación educativa
Vol. 1, Número. 1, Enero 2017 ISSN: 2542-3126
Guayana Virtual Editores Gregorio José Navarro, Edilia Del Valle Coll)

1 comentario:

Unknown dijo...

La educación compleja no contempla la exactitud, lo único, la totalidad de la verdad, lo holístico, lo reduccionista, lo medible en lo exacto.

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