sábado, 7 de julio de 2018

Análisis Del Paradigma Positivista Y Su Influencia En La Educación. ponencia del equipo (Equipo 3)


La palabra positivo designa lo real, por oposición a lo quimérico: en este aspecto conviene plenamente al nuevo espíritu filosófico…




Auguste Comte







Análisis Del Paradigma Positivista Y Su Influencia En La Educación. 
Ponencia del Equipo



          El pensamiento del hombre varía de una época a otra, las ideas de aquellos que existieron en pre modernidad son diferentes a las del hombre moderno y más aún a los pensamientos del postmoderno. August Comte, profeta del positivismo, filósofo precisa su nueva filosofía: El Positivismo, quién eligió la palabra positivismo sobre la base de que señalaba la realidad y tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. El nombre se deriva del propósito de emplear para la investigación filosófica los métodos y resultados de la ciencia positiva.

          Vocablo que usó para titular así su filosofía a partir de la consideración del concepto; desde los distintos significados que el vocablo positivo posee en el lenguaje prosaico, significados que terminan por distinguirlo de la filosofía precedente, la de los estados teológico y metafísico. Sin embargo, la primera intención de Comte no fue fundar una nueva filosofía o establecer las bases de una nueva metodología, todo esto fue sólo un medio para conseguir una reforma de la sociedad, por lo que en esta doctrina no solo comprende teoría y ciencia sino también una transformación de la sociedad, así como una reforma religiosa, asignándole a la historia un programa que resume elevar la historia al rango de ciencia autentica.

          Ciertamente, los inicios del positivismo se suelen atribuir a los planteamientos de Auguste Comte, quien fue discípulo y secretario de Saint Simón, admitiendo como válidos los conocimientos que proceden de las ciencias empíricas Tan importante es la influencia de Comte que algunos autores hacen coincidir el inicio del positivismo con la publicación de su obra “Curso de filosofía positiva”. No obstante, algunas fuentes documentales soportan que Henri de Saint Simón fuera el primer hombre en usar el término positivista, quien había estado interesado en la elaboración de programas para una reorganización de la sociedad de su tiempo.

          Desde la antigüedad la sociedad ha sido objeto de estudio, sin embargo es en el siglo XIX  cuando se produce una querella sobre la cientificidad de las disciplinas sociales;  época durante la cual surge la corriente positivista en tierras francesas, extendiéndose y desarrollándose por toda Europa; dicho orden civilizatorio aparece como una novedad, pues en un momento histórico, cuyo  terreno había sido abonado por innumerables cambios tecnológicos como los acontecidos por la  Revolución Industrial, coincidiendo a la vez, con el decaimiento del sentido metafísico y religioso del conocimiento, transformando al ser humano y a la sociedad en objeto de estudio científico se  demanda de una nueva episteme para legitimar los saberes obtenidos.

          Son diversas las conceptualizaciones que autores han dado a la postura filosófica positivista, pero en todas en ellas se concentra la esencia de la doctrina, vale decir, la noción del pensamiento científico, como modo de buscar la verdad, y filosófico como posición epistemológica, que consideran como elementos del conocimiento: la observación y la experimentación.

          Éste modo social ostentando como características generales: 1) la nomotética, es decir,  hallar las causas que explican los fenómenos, confrontar teoría y praxis así como detectar discrepancias y establecer conexiones generalizadas entre variables; 2)  propiciar la utilización de un método único el deductivo como método científico; 3) la neutralidad valorativa como criterio de objetividad; 4) se fundamenta en pruebas documentales, minusvalorando las interpretaciones generales, generando una excesiva acumulación documental y escasa síntesis interpretativa, además de otras. Del mismo modo, en esta doctrina filosófica la realidad se refiere a todo lo que existe dentro de las coordenadas de tiempo, espacio y masa, por ello considera estudiar científicamente los hechos, fenómenos, el dato experimentable, lo observable, verificable.

          En conclusión, de lo anterior se desprende que en esta corriente filosófica el único conocimiento es el conocimiento científico y que tal episteme solo puede surgir de la afirmación de las teorías a través del método científico, por lo que, la investigación científica parte de lo observable, de la observación de la frecuencia de las relaciones entre los hechos.

          Así que, el saber positivo atiende con humildad a las cosas, se queda ante ella sin intervenir, sin saltar por encima para lanzarse a falsos juegos de ideas, pues no pide causas sino leyes, lográndolas con precisión y certeza.

          Resulta interesante mencionar que la epistemología positivista recibió críticas por parte de quienes creían que sus objetos de estudio (como hombre y la cultura) no podían ser evaluados con el mismo método que se utiliza en las ciencias naturales.

          En definitiva, la época del XIX es un período signado por el dominio del optimismo racionalista, según la cual el hombre aprovecharía el desarrollo de la ciencia, para gobernarse conforme a los principios y conocimientos racionales, vale decir, científicos convirtiéndose en la forma preferida de pensar de los historiadores, cientistas, literatos e intelectuales.



            REFERENCIAS



Ferrater M,  J (1979). Diccionario de Filosofía.  6ta edición, Buenos Aires : Editorial        Sudamericana



Hurtado, I. y Toro, J. (1999). Paradigmas y Métodos de Investigación en Tiempos de Cambio. 3ra edición. Valencia, Venezuela.: Editorial Episteme.




3 comentarios:

Blanca Guerrero dijo...
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Blanca Guerrero dijo...

En relación a la relevante temática que plantearon, fue acertado el abordaje que realizaron al definir y caracterizar los elementos que componen un paradigma, en este sentido, a modo de complementar lo señalado en su disertación, añadiría la definición de Thomas Kuhn, quien considera a este “como realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica.” (Kuhn, 1962). En función de su aplicabilidad, este dirige sus esfuerzos para explorar la realidad, lo que permite el establecimiento de líneas y escuelas, así mismo, establece la relación sujeto-objeto, formando el marco conceptual, la normativa, método, técnicas, instrumentos e interpretación de resultados para realizar una investigación.
Ahora bien, en cuanto al Paradigma de la Investigación Positivista, si bien es cierto, que este surge en la segunda mitad del siglo XIX, su influencia y alcance en la investigación, se mantiene presente con una fuerte tendencia, aun en nuestros días, en la forma de abordar los estudios investigativos y en especial en el contexto educativo.
Este se basa en una rama de la filosofía llamada positivismo lógico, funciona con reglas de lógica estrictas, con la verdad y leyes. Sostiene que la verdad es algo absoluto y la realidad es única, no es cíclica ni cambiante a diferencia del paradigma interpretativo. Por tanto, para encontrar la verdad la investigación no debe estar impregnada de valores y creencias, por parte del investigador, para poder abordar el fenómeno en estudio, en contraposición al paradigma post-positivista que introduce de manera obligatoria estos conceptos, como elementos claves para abordar la realidad, la cual es analizada por el positivismo desde una manera objetiva, única y fragmentable, donde la relación del sujeto con el objeto es independiente y neutral.
En relación a los aportes en el campo de la educación, tal como lo señalaron, este paradigma ha facilitado la construcción de leyes y teorías, que han permitido estudiar los problemas educativos desde un ámbito lineal, dando la oportunidad de construir un basamento cuantitativo y estadístico, que han permitido explicar la realidad educativa, desde una óptica rigurosamente científica. No obstante, la fuerza de los cambios que fueron surgiendo con el avance de las épocas, fueron impulsando la necesidad de introducir, otros elementos necesarios para buscar investigar los fenómenos objeto de estudios, desde una mirada humanista o compleja, donde el ser humano y en especial los actores del proceso educativo, fuesen visto desde una perspectiva múltiple, ontoepistémica, holística y compleja.

Unknown dijo...

Esta conceptualizaciones dan cuenta de los elementos que todos hemos vivenciado a lo largo de nuestra formación. En efecto, la escuela es ese lugar en donde aprendimos a leer escribir, lleno de alegrías y frustraciones. Ese sitio donde modulan nuestras pulsiones, donde nos definen, nos enmarca, nos estructuran. En fin donde las generaciones adultas forman a las generaciones jóvenes. Cada uno de nosotros tiene de la escuela. Esa escuela realmente existente, y los que decidimos ser docentes, la vivimos a diario. Con sus potencialidades y sus limitaciones. Ahora bien, más allá de la conceptualización de escuela que utilicemos, lo importante es tener pendiente que no es posible formar a nadie, si esa formación no está precedida de una voluntad indeclinable de servir al otro.

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