La palabra positivo designa lo real, por oposición a lo quimérico: en este aspecto conviene plenamente al nuevo espíritu filosófico…
Auguste
Comte
Análisis Del
Paradigma Positivista Y Su Influencia En La Educación.
Ponencia del Equipo
El pensamiento del hombre varía
de una época a otra, las ideas de aquellos que existieron en pre modernidad son
diferentes a las del hombre moderno y más aún a los pensamientos del
postmoderno. August Comte, profeta del positivismo, filósofo precisa
su nueva filosofía: El Positivismo,
quién eligió la palabra positivismo sobre la base de que
señalaba la realidad y tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto
teórico de la doctrina. El nombre se deriva del propósito de emplear para la
investigación filosófica los métodos y resultados de la ciencia positiva.
Vocablo que usó para
titular así su filosofía a partir de la consideración del concepto; desde los distintos
significados que el vocablo positivo posee en el lenguaje prosaico,
significados que terminan por distinguirlo de la filosofía precedente, la de
los estados teológico y metafísico. Sin embargo, la primera intención de Comte
no fue fundar una nueva filosofía o establecer las bases de una nueva
metodología, todo esto fue sólo un medio para conseguir una reforma de la
sociedad, por lo que en esta doctrina no solo comprende teoría y ciencia sino también
una transformación de la sociedad, así como una reforma religiosa, asignándole a la historia un programa que resume elevar
la historia al rango de ciencia autentica.
Ciertamente, los inicios del
positivismo se suelen atribuir a los planteamientos de Auguste Comte, quien fue
discípulo y secretario de Saint Simón, admitiendo como válidos los conocimientos
que proceden de las ciencias empíricas Tan importante es la influencia de Comte
que algunos autores hacen coincidir el inicio del positivismo con la
publicación de su obra “Curso de filosofía positiva”. No obstante, algunas
fuentes documentales soportan que Henri de Saint Simón fuera el primer hombre en
usar el término positivista, quien había estado interesado en la elaboración de
programas para una reorganización de la sociedad de su tiempo.
Desde la antigüedad la sociedad
ha sido objeto de estudio, sin embargo es en el siglo XIX cuando se produce una querella sobre la
cientificidad de las disciplinas sociales; época durante la cual surge la corriente
positivista en tierras francesas, extendiéndose y desarrollándose por toda
Europa; dicho orden civilizatorio aparece como una novedad, pues en un
momento histórico, cuyo terreno había
sido abonado por innumerables cambios tecnológicos como los acontecidos por la Revolución Industrial, coincidiendo a la vez, con el decaimiento
del sentido metafísico y religioso del conocimiento, transformando al ser humano y a la sociedad en
objeto de estudio científico se demanda
de una nueva episteme para legitimar los saberes obtenidos.
Son diversas las conceptualizaciones que autores han dado a
la postura filosófica positivista, pero en todas en ellas se concentra la
esencia de la doctrina, vale decir, la noción del pensamiento científico, como
modo de buscar la verdad, y filosófico como posición epistemológica, que
consideran como elementos del conocimiento: la observación y la
experimentación.
Éste modo social ostentando como características
generales: 1) la nomotética, es decir, hallar las causas que explican
los fenómenos, confrontar teoría y praxis así como detectar discrepancias y
establecer conexiones generalizadas entre variables; 2) propiciar la utilización de un método único
el deductivo como método científico; 3) la neutralidad valorativa como criterio
de objetividad; 4) se fundamenta en
pruebas documentales, minusvalorando las interpretaciones generales, generando
una excesiva acumulación documental y escasa síntesis interpretativa, además de otras. Del mismo modo, en esta doctrina filosófica la
realidad se refiere a todo lo que existe dentro de las coordenadas de tiempo, espacio
y masa, por ello considera estudiar científicamente los hechos, fenómenos, el
dato experimentable, lo observable, verificable.
En conclusión, de lo anterior se desprende que en esta
corriente filosófica el único conocimiento es el conocimiento científico y que
tal episteme solo puede surgir de la afirmación de las teorías a través del
método científico, por lo que, la investigación científica parte de lo observable,
de la observación de la frecuencia de las relaciones entre los hechos.
Así que, el saber positivo atiende con
humildad a las cosas, se queda ante ella sin intervenir, sin saltar por encima
para lanzarse a falsos juegos de ideas, pues no pide causas sino leyes,
lográndolas con precisión y certeza.
Resulta interesante mencionar que la
epistemología positivista recibió críticas por parte de quienes creían que sus
objetos de estudio (como hombre y la cultura) no podían ser evaluados con el
mismo método que se utiliza en las ciencias naturales.
En definitiva,
la época del XIX es un período signado por el dominio del optimismo
racionalista, según la cual el hombre aprovecharía el desarrollo de la ciencia,
para gobernarse conforme a los principios y conocimientos racionales, vale
decir, científicos convirtiéndose en la forma preferida de pensar de los
historiadores, cientistas, literatos e intelectuales.
REFERENCIAS
Ferrater
M, J (1979). Diccionario de
Filosofía. 6ta edición, Buenos Aires :
Editorial Sudamericana
Hurtado,
I. y Toro, J. (1999). Paradigmas y Métodos de Investigación en Tiempos de
Cambio. 3ra edición. Valencia, Venezuela.: Editorial Episteme.
3 comentarios:
En relación a la relevante temática que plantearon, fue acertado el abordaje que realizaron al definir y caracterizar los elementos que componen un paradigma, en este sentido, a modo de complementar lo señalado en su disertación, añadiría la definición de Thomas Kuhn, quien considera a este “como realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica.” (Kuhn, 1962). En función de su aplicabilidad, este dirige sus esfuerzos para explorar la realidad, lo que permite el establecimiento de líneas y escuelas, así mismo, establece la relación sujeto-objeto, formando el marco conceptual, la normativa, método, técnicas, instrumentos e interpretación de resultados para realizar una investigación.
Ahora bien, en cuanto al Paradigma de la Investigación Positivista, si bien es cierto, que este surge en la segunda mitad del siglo XIX, su influencia y alcance en la investigación, se mantiene presente con una fuerte tendencia, aun en nuestros días, en la forma de abordar los estudios investigativos y en especial en el contexto educativo.
Este se basa en una rama de la filosofía llamada positivismo lógico, funciona con reglas de lógica estrictas, con la verdad y leyes. Sostiene que la verdad es algo absoluto y la realidad es única, no es cíclica ni cambiante a diferencia del paradigma interpretativo. Por tanto, para encontrar la verdad la investigación no debe estar impregnada de valores y creencias, por parte del investigador, para poder abordar el fenómeno en estudio, en contraposición al paradigma post-positivista que introduce de manera obligatoria estos conceptos, como elementos claves para abordar la realidad, la cual es analizada por el positivismo desde una manera objetiva, única y fragmentable, donde la relación del sujeto con el objeto es independiente y neutral.
En relación a los aportes en el campo de la educación, tal como lo señalaron, este paradigma ha facilitado la construcción de leyes y teorías, que han permitido estudiar los problemas educativos desde un ámbito lineal, dando la oportunidad de construir un basamento cuantitativo y estadístico, que han permitido explicar la realidad educativa, desde una óptica rigurosamente científica. No obstante, la fuerza de los cambios que fueron surgiendo con el avance de las épocas, fueron impulsando la necesidad de introducir, otros elementos necesarios para buscar investigar los fenómenos objeto de estudios, desde una mirada humanista o compleja, donde el ser humano y en especial los actores del proceso educativo, fuesen visto desde una perspectiva múltiple, ontoepistémica, holística y compleja.
Esta conceptualizaciones dan cuenta de los elementos que todos hemos vivenciado a lo largo de nuestra formación. En efecto, la escuela es ese lugar en donde aprendimos a leer escribir, lleno de alegrías y frustraciones. Ese sitio donde modulan nuestras pulsiones, donde nos definen, nos enmarca, nos estructuran. En fin donde las generaciones adultas forman a las generaciones jóvenes. Cada uno de nosotros tiene de la escuela. Esa escuela realmente existente, y los que decidimos ser docentes, la vivimos a diario. Con sus potencialidades y sus limitaciones. Ahora bien, más allá de la conceptualización de escuela que utilicemos, lo importante es tener pendiente que no es posible formar a nadie, si esa formación no está precedida de una voluntad indeclinable de servir al otro.
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